domingo, 5 de diciembre de 2010

todos dicen lo mismo

Hoy tenemos un blog de humor bastante "copado". La blogger encargada es mujer, no pude encontrar el nombre, pero si su seudónimo: Lola Oh (al menos que ese sea su nombre, lo cual dudo).
Lleva a adelante sus entradas hablando de cosas que ve, siente y se le ponen en el camino del día a día y las cuenta con humor, que para la mayoría es la mejor manera de ver la vida.
La temática es muy variada. Puede hacer comentarios sobre películas, amigos, personajes de la calle, etc. Una gran abanico de situaciones hacen de este blog algo interesante de leer.
También algo de destacar es que la gente comenta mucho en sus entradas y se genera un lindo ida y vuelta entra la escritora y los lectores.
El diseño también está muy bueno. Completa interacción entre los colores que componen el blog, así como también, muy buenas elecciones en cuanto a los gadgets que usa.
Tiende al rítmo humorístico del stand-up, cosa que me quedó también bastante clara al ver un pequeño dialogo sacado de la serie Seinfeld:

Elaine: Ugh, I hate people.
Jerry: Yeah, they're the worst.


Pero que mejor que sus palabras para definir lo que hace:
Hola, soy Lola Oh.
Nunca miré ninguna de las sagas Duro de matar o Arma Mortal. Johnny Depp es el amor de mi vida, aunque no lo sabe. Si no me quejo, me agarra un ataque de acné. No me llevo bien con el gran porcentaje de la gente, especialmente las mujeres. Me molestan las personas que cuando les preguntás que películas o música les gusta, contestan "todas". Vivo en el sur del sur, lo cual es un problema porque soy friolenta. No tomo alcohol, excepto Speed con melón porque tiene gusto a gaseosa.
Y tengo un blog porque es más barato que hacer terapia.

Sin mucho más que comentar les dejo el blog para que lo vean: http://todosdicenlomismo.blogspot.com/

Y una entrada un poco larga, pero que ilustra el blog:

¿Como m***** funciona? Hoy: el kiosco del cine

El sábado fuimos a ver la nueva película de Harry Potter a la función trasnoche. Mientras hacía la cola, me escapé al kiosco del cine a comprar algo porque no había comido nada. Le pedí a la vendedora un agua y un paquete de pasas de uva con chocolate.

Vendedora: ¿Qué más?

Yo: Nada más.

Vendedora: ¡Mirá que cierro en media hora, eh!

Yo: No, nada más.

Vendedora: ¿Seguro? Pensalo, no vaya a ser que te agarren ganas de tomar algo o comer y ya no haya nada abierto.

Yo: No, con esto estoy, gracias.

Vendedora: ¿Seguro?

Yo: … (cara de orto)

Ahora bien, la actitud de la vendedora se materializó en la sala del cine. Por algo insistía, la zorra… Durante las dos horas y media que duró el film, la gente no paró de morfar. Paquetes de papas, de pochoclo, gaseosas, ruido de envoltorios de chocolates. Nunca pareció importar en que escena estuviese la película: la gente comía como si no hubiera mañana.

ticketsFrente a mi creciente furia, miles de pensamientos se me entrecruzaron en la cabeza. ¿Por qué la gente come en el cine? Según recientes estudios, se morfa más en la sala mirando una película de Angelina Jolie que en un tenedor libre. Evidentemente, algo pasa, porque va en crecimiento. Y sé que es culpa de los kiosquitos del cine.

A ver, desde que apareció el film que existe el vendedor de golosinas. Con el desarrollo de la sociedad consumista, llegó un momento en el que el señor que vendía maní con chocolate y pastillas Sugus entre las butacas fue reemplazado por un kiosco en el hall del cine. Ese kiosco eventualmente evolucionó en stand, y luego en puestito hecho y derecho en el que podés comprar desde un pancho hasta medio kilo de carne picada.

El tema es que no sólo se complejizó el tipo de snack, sino que la gente empezó a comprar cantidades más grandes de morfi. De un humilde paquete de pochoclo a dos, de una botellita de gaseosa a un balde y, desde ahí, maní, galletas, chocolates y… la perdición. Gula absoluta, el infierno, la violación de uno de los siete pecados capitales de los que tanto nos advirtió Brad Pitt. Pero, ¿se han preguntado por qué?

Pavlov, en los albores del siglo, descubrió el estímulo-respuesta: le daba de comer a su perro inmediatamente después de tocar una campana. Llegó un punto en el que la conducta del perro se modificó, y ya con el sólo escuchar de la campana, empezaba a babear. Gente, eso es lo que nos está ocurriendo, ¡conductismo puro! Morfi, película. Morfi, película. Película… morfi. Les apuesto un sándwich de milanesa a que estamos tan condicionados por el kiosquito del cine, que si nos paramos frente a un poster de Una noche en el museo, empezamos a babear. lobby

Ahí lo tienen. Todo programado desde el principio. ¡Quién sabe quién está detrás de esto! Las grandes industrias; el señor Warner o el señor Doritos, Jack Nicholson, Axel Kuschevatzky. Es un mercado gigante, millones de personas babeando al mismo tiempo, millones de personas morfando en el cine. Oh por dios.

Deberíamos haberlo sospechado desde el principio, es un método más viejo que la humedad. Pero los bastardos nos atraparon, como siempre.

2 comentarios:

  1. Me encantó la crítica, hubo mucha generosidad ahí. : )
    Me mató la intriga con respecto a mi nombre! Antes firmaba con el nombre real, después lo cambié porque me pareció más divertido. Pero ya no digo como me llamo, así me hago la misteriosa.

    Muy buena onda. Graciaaaaaas!

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  2. jajaja genial. Bueno seguí así que vas rebien. Espero seguir viendo entradas tuyas!!!
    Saludos!

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